Cómo las energías renovables ayudan a paliar el efecto invernadero

El ser humano ha ocupado a lo largo de su historia fuentes energéticas de toda índole, la gran mayoría centradas en la combustión de recursos fósiles, como el carbón o el petróleo, pero también de maderas. Así también ha sido la energía cinética que producen las corrientes de los ríos y otras fuentes hídricas.

Sin embargo, las energías provenientes de recursos fósiles han sido las más aprovechadas y explotadas, tanto para procesos industriales como para generar otra clase de energías, como es el caso de las plantas termoeléctricas a carbón.

El principal efecto de la utilización de recursos fósiles para la generación de energía es la progresiva contaminación, así como el incremento de la huella de carbono, y hasta efectos en la capa de ozono. El aumento de gases invernadero contribuye de manera directa en el daño de la atmósfera terrestre. Por lo demás, el aumento de las temperaturas globales, también se considera, aunque con ciertos recelos, como causante directo de la acumulación de estos gases.

Ante todas estas problemáticas, se hace imperioso disminuir el porcentaje global de plantas energéticas que utilizan recursos fósiles para generar energía. Por otro lado, debe potenciarse el uso de las diferentes energías renovables, para que estas vayan reemplazando a las primeras de manera paulatina, hasta eliminarlas por completo.

La respuesta es simple y hasta intuitiva. Las energías renovables no generan gases de efecto invernadero, al menos durante el proceso de generación energético. Esto permite que pueda controlarse la polución de manera más eficiente, a la vez que no se colabora con la destrucción de la capa de ozono y el calentamiento global.

Claro, las energías renovables dejan una huella de carbono durante su proceso de fabricación, pero esta es infinitamente menor que la de las fuentes no renovables, ya que sus procesos generan residuos tóxicos o contaminantes.

En definitiva, las energías alternativas no generan residuos tóxicos que puedan dañar el entorno directo, su flora y fauna. De esta forma, se conservan otra clase de recursos, como el agua o los alimentos, en óptimas condiciones para el consumo humano.

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